GRANJA SANTA MARIA - AURORA
Testimonio de una
salida grupal operativa
18 de mayo de 2007
Paysandú, Uruguay
Grupo Ramabaires
Experiencia de Carlitos y su esposa, Verónica
Llegado de realizar un muy intenso trabajo a los pies de la
gruta del Amoroso Padre Pío allí en la estancia La Aurora ,
y sacudidos aún por ese “casual” encuentro en plena noche con mi gran hermano
Carlos Bermúdez de San Ramón, recorremos de regreso los ocho kilómetros que nos
separan del lugar en el que nos alojamos, la Granja Santa María ,
donde nuestros hermanos Araceli y Yamandú Bergara nos reciben siempre con gran
afecto. Mi amada esposa Verónica y nuestra pequeña hijita de dos años y cuatro
meses llamada Rocío de Luz, nos esperaban, la pequeña ya dormida. La madrugada
se hacía sentir. Un buen té me llevó al encuentro de mi amada a quien conmovido
le cuento el apoyo y las manifestaciones que tuvieron lugar en la gruta durante
el trabajo con el grupo. Ella, luego de escuchar mi primer relato apresurado,
comienza a comentarme la experiencia que tuvo durante mi ausencia. Me cuenta
que en determinado momento y mientras estaba atendiendo a Rocío de Luz, logra
una impresionante proyección y experiencia, ya que vive lo que nosotros y aún
más. Su coherencia provoca que el comentario sea dicho con cierto cuidado. De
acuerdo a mi experiencia, conmovido, le digo que es así por lo claro y
enriquecedor de la misma.
Estábamos acostados cuando de pronto ella se levanta y corre
la cortina, y para nuestra sorpresa, observamos una nave detenida frente a la
ventana, en esa dirección. No había duda, allí estaban los Hermanos.
Permanecemos unos instantes observándola y le hago señas con
la luz de una linterna, y la nave se acercaba, se balanceaba y giraba
rápidamente, y en la medida que se acercaba, despedía luces. Realmente
sorprendidos, nos levantamos en silencio y salimos. Era todo un espectáculo ver
la actividad de la nave.
De pronto, ambos sentimos caminar la distancia que nos
separaba de la entrada de la
Santa María , estaba ocurriendo algo que no comprendíamos.
Sensaciones recorrían nuestros cuerpos…, una gran paz nos invadió. Estáticos,
observábamos el accionar de la nave y lo que comenzó a suceder delante nuestro.
La realidad física, por momentos, comenzaba a cambiar. Cuando la nave se
acercaba, todo mi cuerpo se conmocionaba. Comencé a sentir acelerarse los
latidos del corazón, estábamos en plenos silencio tomados de la mano… ¡Cuánto
amor sentía por ella! Lentamente, a poco más de un metro, comenzaron a
manifestarse presencias claras de seres blancos, la mayoría de mediana estatura
aunque había también otros muy altos.
Cada vez se percibía menos la realidad física del entorno
por delante nuestro. Una tenue neblina blancuzca lo envolvía todo, todo era
silencio. Es difícil describir lo que sentíamos cuando las presencias, tantas
que no podíamos contarlas, nos observaban. Todo nuestro ser se estremecía,
sentíamos sus miradas, sentíamos lo que estaba pasando.
De pronto, a mi izquierda aparece un grupo pequeño de
indígenas muy altos y robustos, cobrizos y de cabello largo y rojizo, que
también nos observaban. Allí sentía el pedido de los seres para que
‘encauzáramos nuestras actitudes como seres humanos, que ellos estaban
pendientes de la definición de proceso cíclico’.
Plano y subplano nos depositaban sus expectativas y
esperanzas para corregir y modificar acciones anteriores. Pude sentir –no ver-
almas agotadas, sin forma, deformadas a causa de accidentes y experimentación,
creadas por ingenieros genéticos y elohims… Sentía por parte de ellos mucha
tristeza y desamparo.
Ahora veía con claridad parte de la relación y conducción de
las jerarquías así como los lineamientos de esa salida. El dolor del
tiempo requiere grandeza y responsabilidad, más aún hoy que ciertas
fuerzas están operando hacia la definición del destino del hombre. Descubrí que
ningún preso libera a otro preso. Que antes cada uno debe liberarse a si mismo
y de si mismo. Cada segundo vivido allí con mi amada esposa, frente a una
figura con la imagen de la
Madre María , nos hizo comprender que sólo el amor nacido del
dolor asumido nos abre a una realidad y percepción esencial. Allí no se
necesitaban palabras, el único de todos los idiomas lenguajes posibles, el del
amor y el perdón. Son las notas que debían prevalecer y la amplitud de
conciencia de lo que se espera de nosotros; que seamos capaces de abrir
nuestros corazones y pedir e implorar por cada alma retenida en el tiempo. Supe
sin saber que era el mensaje, que éramos capaces de amarnos y bendecirnos para
crecer y hacer que la luz brotada de nuestro interior ilumine toda oscuridad, y
el perdón nos reconcilie con nuestro destino.
No se cuanto tiempo pasó, nuestras manos se sellaron en la
paz y conmoción. Faltan muchas respuestas. No en mi corazón. Sólo se que el
amor lo puede todo.
Juntos, con el amor de mis vidas,
descubrimos que en el silencio se pueden abrir las puertas cerradas por la
ignorancia y el temor a ese amor.
Cada mirada quedará grabada por siempre en mi corazón. Cada
sensación. Lo que me invita a redoblar mi preparación para estar allí donde es
necesario, como uno más.
Bendigo a los señores de Aurora en Maia y Padre Pío, por
esta experiencia conmovedora que concluyó cuando regresamos por nuestra
pequeña. Al verla sentí el agradecimiento profundo al Divino Amor por ese Rocío
de Luz que llegó a nuestras vidas para conmoverlas y cambiarlas para siempre.
Doy gracias al cielo por esta experiencia tan fuerte como
indefinible, y por haberla vivido con mi eterno amor, a las 3:30 de esa
madrugada. Es cuanto puedo transmitirles de ella y de lo que sentí y comprendí.
Un dramaturgo decía: “Tengo la reconfortante idea de
que aún en los sueños se puede hacer el bien". Así lo siento y lo
creo.
Que Dios los bendiga.
Carlos A. Fernández
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Experiencia de la noche juntos
“Estábamos acostados dialogando…, le contaba a mi amor una
experiencia que había tenido allí, en el dormitorio, mientras el grupo se
trasladó a la gruta del Padre Pío. Yo había quedado con nuestra hija Rocío de
Luz en la habitación.
Le costó un poquito dormirse esa noche, hasta que opte por
darle un pequeño cuadro con la imagen del Santo Pío y, con ella abrazada sobre
el pecho, se durmió.
Al regresar Carlos, le estoy comentando lo que viví en el apoyo al grupo mientras no estaban y él, acerca de eso, me dice “es así”.
Al regresar Carlos, le estoy comentando lo que viví en el apoyo al grupo mientras no estaban y él, acerca de eso, me dice “es así”.
No se porqué razón corro la cortina de una gran ventana y
estaba allí… Sin dudar… Es una nave.
Viéndola desde la cama, los dos con nuestra hija durmiendo,
agradecí a los Hermanos Mayores.
Comenzó sus giros y deslizamientos con destellos de luz.
Decidimos levantarnos sin apuro y salir… Luego de observar por más de quince
minutos, y ellos reaccionando a nuestros comentarios, al salir
nos dirigimos a la portera de entrada de la granja y a la posada, tomándonos de
las manos, abrazados y con la imagen de María sobre un tronco que,
curiosamente, sus formas representan perfectamente el rostro del Padre Pío,
enfrente nuestro…, es difícil explicar con palabras… Fue una noche en la que
vimos ante nuestros ojos cambiar la realidad. Destellos
de luz de la nave… y el lugar se tornaba blanco, borraba el paisaje y el
entorno, eran como flashes más que blancos, no encuentro otra palabra. Fue
increíble. Lo más impresionante fue que de pronto, a un metro de nosotros
cientos de seres se presentaban en la forma que se podían manifestar. Eran
holografías maravillosas…, pero detrás, una realidad no conocida para mi hasta
esa noche en esta mágica Aurora que es necesario irradiar para liberar y
liberarnos.
Gracias a mi amor, a Rocío de Luz, a Felipe y a Vicente,
nuestros soles, al lugar y con el a Araceli y Yamandú. Gracias a los hermanos
de Argentina que me brindaron todo su amor y a los hermanos uruguayos que
trabajaron para ese reencuentro. Gracias a todos los seres de Luz. Gracias,
gracias, gracias…”.
Verónica Cal
Verónica Cal
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